miércoles, septiembre 05, 2007

Panty-medias - por Ginger Thayer

¡Gente! no crean que me tomé el tiempo de redactar algo... jaja.

Sólo ocurre que encontré en mis archivos una traducción que hice de un "artículo" de una amiga de una amiga (Ginger Thayer), en el que se hace una dramática y sentidaexposición de la problemática asociada al uso de las atractivas y conflictivas panty-medias.

Espero les guste!

He notado que he empezado a dividir mis invitaciones sociales en dos categorías: eventos “PM”, y eventos “no-PM”. Déjenme explicarme. Primero, “PM” denota el hecho de que debo usar un par de panty-medias para poder asistir a la próxima gala, para no cometer un faux pas social. Y, eventos “PM” son en casi siempre obligaciones, en lugar de reuniones despreocupadas, come-as-you-are. Asuntos corporativos, fiestas con cena, y funciones de lazo negro caen todas en esta categoría. También lo hacen los bautizos, funerales y matrimonios. Como regla del dedo pulgar ("a ojo porciento", o "a vuelo de pájaro"), siempre asumo el uso de panty-medias si algún collar blanco clerical va a ser usado por alguno de los asistentes. Es mucho mejor que sobre y no que falte. Oh, y si mi suegra fue la promotora de la invitación, me aseguro de que estoy cubierta por esas sedosas, brumosas, y misticas panty-medias, y no mis nuevas medias de la tienda todo a 9.999.

Ahora, los eventos “no-PM” son simples. Son los encuentros en los que no se requieren panty-medias. Estos son eventos como las fiestas de cumpleaños de los niños, ferias callejeras, idas al circo, parrilladas de vecinos, o por decir algo, la fiesta que monté celebrando que el ser viviente más joven de mi casa estaba entrenado para hacer sus necesidades en el lugar correcto.

Me he dado cuenta de que los eventos “PM” me atemorizan más ahora que antes. Creo que es porque mi cuerpo no es lo que era antes. El arte de la colocación de una panty-media está volviéndose más y más rudo de alcanzar. Tengo que arrugar una pierna entera del par, hasta tener todo ese nylon en el puño, y delicadamente deslizar mis dedos de los pies en el pie de la media. Luego me toca jalar, rogarle, jamaquear, y menear el super-mega-re-contra-frágil tejido de la media a todo lo largo de mi pierna. También, en algún punto llega la difícil y crucial hora de decidir cuándo debería meter la otra pierna. Si lo hago muy pronto, perderé el equilibrio. Si lo hago muy tarde, sufriré la decepcionante tarea de pelar nuevamente mi pierna hasta el punto en donde puedo introducir mi otra extremidad. Detesto la presión. Oh, y una vez que felizmente alcanzo “la cumbre” con una banda elástica tan concienzudamente adosada a la media por el fabricante formando un círculo 5 veces más estrecho que mi propia cintura… ¡tengo que localizar la entrepierna de la media! En general, está deambulando por ahí, retorcida en algún lugar entre mis rodillas. Sin embargo podría estar girada hacia un lado por ahí por mi cadera, dejando un patron de surcos a todo alrededor. Ninguno de esos escenarios resulta cómodo en absoluto. Después de que he maniobrado la entrepierna de la media hacia su justo lugar, tengo que encargarme de los cauchos. "Caucho"... es el rollito extra de mi, que tengo justo arriba de la cintura de la panty-media. Normalmente no tengo este caucho cuando no uso media alguna, así que he llegado a la conclusión de que la grasa fofa supérflua que habita más debajo de mi ombligo decide gravitar hacia el norte junto con la panty-media a medida que la voy halando hacia arriba por mi cuerpo. De todas maneras, debo trabajosamente atapusar esta cosa de vuelta hacia la media, y rezar por no tener que alzarme para alcanzar alguna cosa durante el resto de la noche, y brinque de nuevo todo hacia fuera en el momento más inoportuno. Cuando todo está atapusado, alisado y contenido, yo estoy ya exhausta y emocionalmente desgastada.

Las mallas son igualmente engorrosas, pero ofrecen algunas ventajas. Especialmente cuando son de colores oscuros. Felizmente puedo decir que un par de mallas negras no sólo adelgazan, sino que amablemente esconden toda venita o marca purpúrea que haya en mi piel, por ejemplo a consecuencia de haberme trepado sobre la secadora para alcanzar el último par de medias limpias de mi hijo. Y, si no tengo el suficiente tiempo para ducharme Y afeitarme las piernas, esto deja de ser un problema. Los cañones no son asunto de importancia cuando tus mallas son opacas. Ya esto podría ser un slogan publicitario “¡La vida es corta! ¡Úsalas opacas!”.

Supongo que estoy en plena metamorfosis hacia una mujer-que-usa-trajes-de-pantalón-de-seda. Y eso es buena cosa. Yo creo que puedo arreglármelas sin mucho problema con unos que lleguen hasta la rodilla. Hmmm… Me pregunto si fabrican versiones de mallas opacas tipo "brinca-pozo"!...

Copyright 1988. Ginger Thayer.

Traducido por Orestes Manzanilla


Nota: hice hoy 6-9-07 algunos cambios para añadir vínculos y aclaratorias sobre términos y expresiones algo "oscuras".. jeje. De verdad traté de preservar más el humor y el "tono" del artículo, que hacer una traducción literal. Espero haberlo logrado en alguna medida!

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