
Antes que todo, debo aclarar que cuando escribí sobre mi trabajo ideal, no lo hice como una lista de peticiones sobre un pergamino mágico, cual peticiones de año nuevo, para que se cumplieran.
Lo escribí para drenar mi incomodidad interna con mi estilo de vida para ese momento.
Sin embargo, debo decir que (y esto amerita celebración!) no me había dado cuenta de la gran cantidad de cosas que he cumplido, o "se me han dado" (aunque quizá las dos cosas sean lo mismo).
Uno tiene siempre la manía, cuando algo está muy bueno, de fijarse en aquellas cosas que faltan. Le llaman perfeccionismo. Alguien me dijo que yo era un perfeccionista extraño, porque el perfeccionista suele ser menos "mamarracho" (perdonen el venezolanismo) que lo que soy yo.
Entonces, reflexioné brevemente, junto con Yukino, sobre cómo sería mi lista en este momento. Tendría que darme cuenta de que las únicas insatisfacciones notables (dícese de aquellas que no despiertan el comentario de vas pa´l cielo y vas llorando), son dos:
- Quiero un trabajo que me permita estar cerca de mis seres queridos.
- Quiero un trabajo que me brinde estabilidad económica.
La segunda frase, es una brecha muy sentida actualmente (por mi y por la mayoría de los profesores universitarios de éste país), y precisamente fue lo que olvidé pedir.
Uno queda como un niño que no sabe si creer o no en El Niño Jesús, preguntándose "¿qué hubiera pasado si lo hubiera escrito bien?".
Nunca lo sabremos, pero... por si las moscas, mucho cuidado con lo que pidan, y cómo lo piden!
