jueves, septiembre 14, 2006

...henos aquí...

Y bueno... cómo dice una excelente profesora de la USB con quien tuve el placer de ver clases... "Quién lo hace una vez... lo hace dos veces"... así que aquí viene una segunda cita a un artículo del mismo "Sirius" del trimestre Enero-Marzo.

¿Será que a esto se le podría llamar una "melancolía astronómica"?

En fin.. todo lo que tiene que ver con la astronomía se me ha venido a la mente estos días ya que una de nuestras "Guías", a la que llamaré Vírgen (¡sin ninguna connotación sexual!), se casó el fin de semana pasado, lo que provocó una convención informal de Guíos en estado de hebriedad latente, lo que produjo una emisión múltiple y prolongada de relatos de esos amados "viejos tiempos" en los que nos trasnochábamos una noche más, tan sólo por la esperanza de poder ver nuevamente el cielo despejado, iluminados por las estrellas, planetas, satélites (artificiales o no), y la propia alegría de nuestra amistad como grupo.

En fin... dije que iba a citar un artículo.. y listo... aquí está: (ojalá les guste.. recuerden que se llama "...henos aquí...")

"Hace más de cuatro mil millones de años, una nube gigantesca se puso a dar vueltas, se aplastó en un disco y se concentró para dar origen a una estrella, el Sol. Alrededor se aglomeraron los planetas, atraídos por esta enorme masa de gas y polvo. Primero aparecieron Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, los cuatro gigantes gaseosos; éstos tienen mucho hielo en su núcleo, además de agua y vapor de agua en su atmósfera. Por el contrario, los cuatro planetas más cercanos al Sol están, en un principio, prácticamente desprovistos de agua, lo que no les impedirá aparecer rápidamente.Los primeros 500 millones de años de Mercurio, Venus, Tierra y Marte fueron muy tumultuosos, sus suelos hervían sin parar. Estas enormes marmitas esféricas, en cuyo corazón se concentraron los elementos más pesados, como el hierro y el níquel, experimentaron una gran pérdida de gas y reacciones químicas que implicaron hidrógeno y compuestos que contienen oxígeno. Bajo la forma de vapor, apareció H2O. Por otra parte, los meteoritos y cometas no cesaban de bombardear a los planetas y les proveían de agua. A partir de este momento la historia de cada planeta se independiza. En el más cercano al Sol, Mercurio, el vapor de agua sube a las capas altas de la atmósfera, donde los rayos ultravioleta solares lo disocian en oxígeno e hidrógeno. Este último, muy ligero, se escapa al medio interplanetario. Sólo el hielo escondido en cráteres no expuestos al Sol, cerca de los polos, demuestran que hubo un día en que había agua en el pequeño Mercurio. El segundo planeta, sólo ligeramente más pequeño que el nuestro: Venus, es un verdadero infierno árido. Hoy en día la temperatura alcanza allá los 460 grados centígrados, mientras que en el pasado se acercaba a los 30 grados centígrados. ¿Qué ha pasado para que Venus y la Tierra evolucionen de forma tan diferente? Lo que sucedió es que en nuestro planeta se empezó a enfriar el vapor de agua contenido en su atmósfera, se condensó, y todavía tenemos nuestra agua. Si alguna vez hubo un diluvio, data de esta época. Trombas de agua mezclada con ácido sulfúrico cayeron sobre la Tierra, el calcio contenido en las rocas de la corteza primitiva se disolvió y reaccionó con el gas carbónico de la atmósfera, atrapando a este último bajo forma de caliza que iba a acumularse en el fondo de los océanos en formación. La atmósfera quedó así purificada de su CO2. Venus, más próximo al Sol, no tuvo esta suerte. Al ser su temperatura ligeramente superior a la de la Tierra, la reacción en cascada no pudo producirse. Por el contrario, el CO2 ganó la batalla, creando un potente efecto invernadero, es decir, los rayos de luz entran en una proporción mayor de la que sale. La temperatura empezó a subir provocando la pérdida del gas de las sustancias volátiles contenidas en las rocas de la superficie y, al mismo tiempo, aumentando la opacidad del planeta. Como un círculo vicioso, el efecto invernadero se alimentó de sí mismo, y la temperatura no dejó de aumentar. Al igual que sucedió en Mercurio, la fotodisociación acabó por realizar su obra y destruyó las moléculas de agua. Este guión catastrófico muestra la buena suerte de nuestro planeta, tan próximo al Sol como para disponer de agua líquida en su superficie en lugar de tener sólo agua en forma de hielo, pero lo suficientemente alejado para escapar a la suerte que corrió Venus, en el cual el efecto invernadero internalizó las condiciones ambientales. También tuvo mejor suerte que Mercurio, ya que como hemos visto, Mercurio no posee agua pues toda se ha escapado debido a la temperatura. En conclusión, gozamos de un excelentísimo punto medio, porque tenemos agua en los tres estados y además no nos sofoca el efecto invernadero."

Orestes Manzanilla S. - Trimestre Enero-Marzo de 2001

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Nube de Fragmentos (¿ah?)